El grave incendio en Las Médulas (León) ha arrasado parte de este paraje natural declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, corazón turístico de El Bierzo, y ha obligado a evacuar a centenares de vecinos. Las pérdidas económicas y patrimoniales serán enormes para una zona que depende en gran medida del turismo.

Un paisaje único bajo las llamas

El alcalde de Puente de Domingo Flórez, Julio Arias, describió la escena desde un mirador:

"Los picachos de Las Médulas no se ven del humo. Sobrecoge. Te dan ganas de llorar”.

Este entorno, famoso por sus picos rojizos, castaños centenarios, lagunas y antiguas minas de oro romanas, atrae cada año a más de 200.000 visitantes. Ahora, parte de su superficie protegida ha quedado calcinada.

Evacuaciones y negocios turísticos paralizados

David Rodríguez, propietario de un pequeño hotel y restaurante en Orellán, tuvo que desalojar a sus clientes “corriendo” por orden de la Guardia Civil. El establecimiento, La Solana, permanece cerrado en plena temporada alta:

“¿Quién va a querer venir ahora a ver un lugar calcinado? No es nada agradable”.

El municipio de Carucedo también sufrió importantes daños: cinco viviendas calcinadas, un aula arqueológica destruida y pérdidas en infraestructuras turísticas como el restaurante Camiño Real.

Causas y daños

Aunque algunos vecinos apuntan a un posible rayo, la Junta de Castilla y León habla de “terrorismo ambiental” y pide extremar la vigilancia. Las autoridades confirman que no hay víctimas mortales, pero sí cuantiosos daños materiales y medioambientales. Dos bomberos resultaron heridos durante las labores de extinción.

Un incendio difícil de controlar

El domingo, cuando parecía bajo control, un torbellino de fuego provocado por el viento y las altas temperaturas obligó a reiniciar la extinción “desde cero”. La vegetación densa alrededor de las casas complicó aún más las tareas, pese al despliegue de numerosos medios aéreos y terrestres.

Futuro incierto para el turismo en El Bierzo

Para los vecinos que viven del turismo, el impacto será devastador. “Toda la zona protegida ha desaparecido”, lamenta el alcalde Arias. El temor es que el flujo de visitantes caiga drásticamente, afectando a hoteles, restaurantes y guías locales.